02 febrero 2007

CAPITAL, VIVIENDA Y MISERIA.

La economía capitalista, que en todas partes se fundamenta en la separación entre trabajo asalariado y capital y en la competencia entre los trabajadores, en cada lugar se desenvuelve en condiciones particulares y adquiere tintes específicos, dependiendo del desarrollo histórico. En España, la burguesía no logró asentar las bases para el progreso adecuado de una sociedad capitalista hasta la década de 1970, después de que la dictadura le despejara el camino a derecha e izquierda. El desarrollo económico del país había avanzado lo suficiente como para que la crisis de aquellos años provocara los mismos problemas que a las naciones vecinas, aunque con menor intensidad. Así pues antes de salir de la transición la burguesía española tuvo que ver como su sector industrial, al que había estado viendo crecer los últimos años con la ilusión de una madre primeriza, envejecía prematuramente. Tradicionalmente carente de iniciativa, estas trabas en sus negocios, que el resto de potencias industriales querían superar con el desarrollo tecnológico, le sirvieron a la burguesía española como excusa para empezar a desviar sus capitales hacia la propiedad inmueble, negocio que por lo demás llevaba varias décadas viendo que reportaba mayores y más seguros beneficios.

Este cambio de orientación de la economía en nuestro país, en la que la construcción y el turismo adquieren una importancia desproporcionada para una nación cuyos políticos se esfuerzan en demostrar que está en los puestos cabeza de la economía mundial, ha influido de manera decisiva en el continuo e intenso incremento del precio de la vivienda en los últimos años, causando un empobrecimiento proporcional de los trabajadores. (Texto íntegro en "Textos adjuntos").