02 mayo 2006

PROYECTO "GRAN SIMIO". ÉSTA LOCURA NO TIENE LÍMITES...

Bajo una pretendida extensión de los "derechos", en verdad asistimos a un proceso destinado a irlos eliminando. De la reivindicación de los "derechos civiles", hemos pasado a la reivindicación de los derechos "morales". Lo cual, con el tiempo, esto pueda llegar a conducir en un futuro (quizá, o no quizá, no muy lejano) a: no hay derechos. Ya que cada grupo social, cada 'estamento', se querrá regir por sus propias leyes, con sus derechos exclusivos a imponer al resto de la sociedad.

Porque todas estas peticiones de "extensión de los derechos" va enlazada con una moderna visión de la sociedad: la identitaria. A partir de ahora, ya no hay clases, sino identidades: mujer, homosexual, inmigrante, grupo étnico... La clase se pierde entre semejante maraña reaccionaria. Cada grupo social exige sus derechos, derechos que han pasado de ser peticiones de igualdad, a exigencias de privilegios.

Nosotros negamos que detrás de estas bonitas posturas de exigencia de "derechos" que en última instancia suponen privilegios, haya un fin emancipador. Porque ninguna reivindicación basada en la identidad puede tener semejante fin. Sólo desde una postura de clase es posible pelear por una mejora de las condiciones de existencia y de lucha para todos los trabajadores, todos los proletarios, sin distinción de sexo, opción sexual, raza ni nación. Sólo la unidad de clase, no sólo sin, sino contra todas estas 'identidades' de carácter estamental, es posible plantear una lucha de confrontación ante el actual sistema de explotación bajo el que vivimos.

2 Comentario/s:

El 5/03/2006 12:05 a. m., Anonymous Anónimo dijo...

EL LEGADO DEL REY MONO

La polvareda levantada por la última ocurrencia en materia de propuestas parlamentarias del PSOE zapaterino, se ha querido interpretar por algunos, como aventada por el sector episcopal de manera exclusiva. La realidad es que la ventolera ha sido multipolar, como demuestran las manifestaciones de indignación de los portavoces de Amnistía Internacional y también del órgano de coordinación de los transexuales que militan en el propio partido de Rodríguez Zapatero.

Aunque teniendo en cuenta los presupuestos del ideario de quienes están en el origen y la promoción del denominado “proyecto gran simio” y contemplando también sus razonamientos, no parece quedar duda respecto a la intención primordial que subyace en la filosofía de semejante iniciativa: la clara intención de menoscabar los fundamentos filosóficos e ideológicos que en el ordenamiento jurídico occidental afectan al concepto de la persona. En ese sentido es muy razonable que en el sector episcopal se den por aludidos, por considerar al Vaticano coparticipe en la construcción histórica de la materia cuestionada.

No obstante, llama la atención el hecho de que los promotores parlamentarios del simiesco proyecto, utilicen una coartada de corte racionalista, que lo es tan solo en apariencia. Se justifican en la repulsa que creen debe suponerles a sus detractores, el hecho de que los humanos seamos calificables como grandes primates.

Lo cual sin duda, viene a pretender ser una reivindicación de la animalidad humana, que una vez aceptada por el cuerpo legislativo, supondría certificar la creación de un vínculo con la biodiversidad de los primates, que a su vez se convertiría en herramienta para impedir la extinción.

Extinción que ya anteriormente pudieron sufrir a manos de nuestra especie, otros grandes primates tales como los neandertales, a los que algunos expertos han catalogado recientemente como otra especie humana, aunque diferente de la nuestra. Siguiendo ésta “eco-lógica”, resulta coherente que la primera intención de los promotores en cuestión consistiera efectivamente en conseguir el reconocimiento de derechos humanos para estos seres, como un hito legal que permitiera afirmar, por encima de las trabas científicas, la calidad humana del gran simio.

En realidad la pretensión de que los tribunos de la plebe, pontifiquen en el templo de la soberanía popular acerca del orden zoológico, tiene precedentes inmediatos, en el caso de varios órdenes científicos y/o académicos, a saber: el biológico en el aspecto de la reproducción humana, el lingüístico en el aspecto jurídico, el psicológico en el aspecto afectivo y el histórico en su aspecto contemporáneo que han sido convenientemente revisados y manipulados por quienes se han investido, cual fariseos, con los hábitos de nuevos “doctores de la ley” con divina facultad reveladora para poder redefinir la naturaleza de todas las cosas.

Curiosamente esta pretendida asunción de la animalidad humana, no resulta útil a toda esta tropa, para admitir los condicionantes biológicos que operan sobre la condición humana en el aspecto reproductivo y que no precisan de la interacción de ningún impulso sentimental previo para cumplir su función, que sin embargo es vital para la supervivencia de la especie.

Muy al contrario, lo que inspira gran parte de las iniciativas referidas es su intención proclamada de reparación en el orden sentimental, según sus propios artífices refieren con alborozo. Si a esto sumamos el que en el último congreso del partido de Rodríguez Zapatero se consagró el final de la opresión como hecho consumado por la propia evolución de los acontecimientos, podremos pasar a comprender la línea de pensamiento que ocultan los delirios de estos “neo-enciclopedistas” que construyen su programa a partir de las filias y las fobias y no de las necesidades materiales e intelectuales de la mayoría, lo cual les revela como devotos de un mundo retrógrado y fatalmente pueril.

Y podremos también apreciar en lo que vale, el otro aspecto que destaca en el proyecto presentado al Parlamento, que no es otra cosa que la mención a la Igualdad (comunidad de los iguales) con la clara intención de burlar tal concepto, como algo relacionado con su aplicación para la totalidad de las personas, ya sea en su acepción del disfrute de derechos o en su acepción de disponibilidad de recursos. En este sentido tampoco es una novedad, puesto que buena parte de las últimas iniciativas legislativas apelan a la Igualdad con la misma intención liquidadora de cualquier vestigio de reivindicación común en su significado, para continuar parcelando las aspiraciones solidarias que han definido en su historia a las organizaciones de la izquierda y del movimiento sindical y político del proletariado.

26 de abril de 2006
Vociferox

 
El 5/03/2006 12:22 a. m., Anonymous Anónimo dijo...

DE OTRO TIEMPO, DE OTRA REALIDAD

De un tiempo a esta parte nos venimos acostumbrando a asistir a la puesta en escena de las reivindicaciones de grupos de personas que pretendiendo representar a conjuntos de individuos con una identidad común, que consiste en disponer de características personales diferentes al resto, apelan de forma sistemática a aquello que les distingue: ‘su especial manera de sentir’, para exigir un trato y un reconocimiento social e institucional de ‘esa condición’ que les otorga una ‘sensibilidad especial’.

Vienen demandando, con éxito notable, que los poderes públicos certifiquen su enaltecimiento ante la sociedad, dictando -en cada caso- nuevas leyes, subvenciones y proyectos de reformas legales, que doten a todas estas personas, en tanto que pertenezcan a esas ‘comunidades de identidad diferenciada’, de un trato más favorable.

Se trataría pues, de un ejercicio de restitución de los elementos materiales que les permitan, como grupo y no como individuos, la elevación hasta una altura moral apropiada (beatificación cívica), que logre resarcirles de todos los sufrimientos, afrentas y humillaciones pretéritos padecidos, -incluso de siglos atrás- no ya en carne propia, si no en las de sus ‘predecesores de condición’.

Nada sorprende a estas alturas encontrar a alguien que apele a la especial sensibilidad de sus creencias religiosas, para demandar un trato más considerado para su credo, que el recibido por otros.
Esto y no otra cosa pedía un joven musulmán hace poco, en carta publicada en las páginas de un diario, en definitiva nada que pueda sorprender.

Aunque en honor a la verdad, no parece de recibo que toda esta suerte de ventajas, prebendas y privilegios con que se viene distinguiendo a una parte de la población -con inevitable menoscabo para el resto-, se deba a ningún feliz hallazgo del reino de la Igualdad. Por el contrario más bien todo ello asemeja al retorno a una época siniestra, cuyas leyes, distinguían del trato para los individuos en función de su pertenencia a tal o cual casta, devoción o carácter físico.

Vociferox

 

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